Las cinco del viernes: o como agarrarse a la nada para rellenar el post diario.

Es evidente que el ego funciona con todas la bitácoras, aunque algunos intentan justificarse con aquello tan socorrido de que lo escriben solo para ellos, (para eso lo pondrían en un papel simplemente) el que los demás lean lo que cada uno publica, es lo que todos buscan.


Además de los comentarios convenientemente dejados con la dirección de turno, los contenedores son la otra gran manera de dar a conocer la bitácora propia y conocer la de otros. Función que cumple perfectamente las cinco del viernes.


La idea es simple, cada viernes la directora/organizadora/coordinadora del tema sin que nadie le pregunte nada, plantea cinco preguntas encaminadas a llenar todas aquellas bitácoras a las que no se les ocurre otra cosa.


A partir de ahí, muchos de los sesenta y cuatro apuntados oficialmente y alguno más que ve la manera de exhibirse si el tema propuesto le da la oportunidad de lucirse,  se lanzan a preguntas tan comprometidas como la forma en la que uno hacia chuletas (no apto para limpiadoras, putas y demás personas que nunca han hecho exámenes), el sabor preferido de los buñuelos en semana santa (tema profundo donde los haya), o si tu vecino del quinto conoce lo que escribes (¿se lo preguntaría alguien?)


Con preguntas tan psicológicamente polémicas, la trama argumental de las respuestas va a la par, estableciendo una colección de frases absurdas vomitadas por sus seguidores, que apenas si suben el nivel cuando, por inspiración divina, alguno de ellos intuye el cielo abierto y, venga o no venga a cuento, nos explica con pelos y señales que el mejor libro que está leyendo es uno austriaco traducido al chino mandarín y que el viaje que hizo a la patagonia le produjo el mayor orgasmo de su vida.


Por lo menos tiene su minuto de gloria, y las cinco del viernes lo consiguen.





 





Subaru: o como aprovecharse de pertenecer a un grupo organizado sin necesidad de escribir nada

Los blogs tienen una especie de afinidad natural que crea círculos retroalimentandose a sí mismos, de adolescentes proclamando su amor imposible, de los “técnicos” que presumen constantemente de controlar la nueva versión de cualquier programa antes de que esté creado, o el grupo de las bitácoras gay donde el único requisito es tu gusto sexual o, cada vez más frecuente, ser mujer fea incapaz de ligar con eteros
En subaru se mezclan dos de estos círculos, el adolescente gay y sus problemas, que se reducen a contar como su novio no le hace caso una y otra vez en una verdadera lección de masoquismo integral. 

Sus cuitas sentimentales son tan pretenciosas como su forma de presumir, y su autoestima le lleva a, como si lo hiciera todos los días, hablar de cómo acabará con su amiga de paris en londres (¿o era al reves?, o como irá a ver una opera brindando con cava.
Penoso para alguien que, día tras día, intenta ocultar el mortal aburrimiento que es su vida y en uno de los peores blogs en diseño y contenido que existen en la actualidad, pero que aparece en muchos enlaces aunque solo sea por pertenecer a un círculo organizado, poderoso y fáctico como es el de los gays.


 

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