Borjamari

Que no, que no estoy bajo los efectos de las ampollas de concentrado de alcachofa que le mangué a rociito, que es que hoy, y para celebrar un año, quiero mirarme al ombligo con toda la autocomplaciencia ruborizante que se pueda hacer en un post bobo.

Una año ya, un año lleva borjamari en la muy reprobable tarea de opinar de los blogs ajenos sin reparar en ningún momento en las consecuencias morales de su juego, perpetrándolo con una obscena chulería y un tono que le homologa, mínimo, a ese odioso personaje que inmortalizara el genial freddie jones en la película de david lynch: el hombre elefante.

Borjamari no es más que un mirón mal educado que se ha pasado el año buceando por un grupo heterogéneo de weblogs que en algunos casos, podían encarnar arquetipos hasta ahora inéditos en cualquier otro medio, pero que él, con sus incansables impertinencias y su escasa preparación, en lugar de abogar por una celebración de la diferencia, subraya los aspectos más pintorescos y grotescos de los mismos, transformando su bitácora en un andamio desde el que proferir groserías de nula sofisticación.

Durante este año, borjamari se ha convertido en un personaje patético, un tonto útil con maneras de chulopiscinas que intenta proclamar una filosofía que le convierte en un alumno aventajado de ese pensamiento eugenésico que, en su día fue uno de los más reprobables pilares ideológicos del pensamiento único.

A esta falta absoluta de ética hay que unir su ego de dimensiones mastodónticas, como delatan, entre otras pruebas, esa continuo empeño en el que demuestra poseer una opinión de si mismo equiparable a la suma de varios presidentes americanos juntos, más un plus de narcisismo en el que, poco menos se proclama sin rubor, inventor de un nuevo lenguaje y, si le apuran, creador y redentor de los mismísimos blogs, algo que asume con sus post de textos cenitales, presencia omnisciente y benigna flexibilidad.

A ver si las vacaciones de verano que hoy comienzan para este tipo, le sirven de alguna manera para darse cuenta de que muchos más ridículos que el friquismo, son la ambición artísticamente hueca y la fatua afectación; a ver si revolcándose en la arena se le atemperan un poco esos malos humos e invierte algo de su tiempo en recuperar un poco el sentido común.

Amen

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