La columna digital o como disfrazar la falta de escrúpulos

Después de dimes y diretes, de tanta discusión y de pasarnos varios años especulando sobre como sería un futuro de libertad de expresión entre androides, clónicos y replicantes, estamos de cuerpo entero y presente, en el siglo xxi, y es justo en estos parámetros, donde el periodismo y sus imitadores, sobre todo sus imitadores, se lanzan a la aventura de contarnos "su" realidad apocalíptica sin el menor rubor ni vergüenza.

Era de esperar, la facilidad de crear un blog-diario en internet con sus "ediciones" y todo, con tan solo un golpe de ratón resulta una tentación demasiado grande como para que no se lancen a ella pícaros de toda condición que intenten, por todos los medios, "arrimar el ascua a su sardina", algo lógico y normal si no tuvieran la desvergüenza de revestir sus "panfletos", de aquel espíritu de los primeros "románticos" que creyeron aquello de que la red no tenía barreras (que se lo pregunten a chinos, cubanos o a los del tercer mundo..) y que en sus servidores podrían colar sin problema su mensaje "subversivo".

El problema de este blog, tan grotesco como remilgado, no es que cada uno pueda, y hasta deba, escribir lo que quiera cuando quiera y como quiera, algo que cae, o debería de caer, por su propio peso, sino ese descaro en presentar sus post como modelos de información al pairo de una rumorología constantemente marcada por una tendenciosidad y un cinismo que intenta disfrazar, continuamente y por todos los medios, con un halo de ingenua confidencialidad.

Pasada la adolescencia ya no resulta tan fácil hacerse el moderno, inevitable ley del destino si no se quiere caer en el ridículo, y la red ya está empezando, o debería de empezar, a ser adulta, algo que parece no ocurre todavía con los blogs gracias, en parte, a bitácoras tan retorcidamente disfrazadas como esta, que post a post, se cree poseída por el espíritu de lou grant o por el de megan carter y se lanza, sin el más mínimo pudor en busca de sus presas periodísticas logrando unos textos más dignos de esos informativos que aparecen entre brujas y adivinos de cualquier televisión local, que de algo medianamente serio. Así nos va.


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