Orsai o como hacer apología de ingenio cotidiano a través de un blog

Nos hemos preguntado muchas veces cuales son las razones de que escritores de blogs teórica y prácticamente buenos, poseedores de indudables cualidades, innegables a poco que se mantenga una visión mínimamente objetiva, no acaben de tener una presencia más continuada y jamás sea reconocido su triunfo por las altas "esferas" de aquellos autonombrados como "influyentes señores" de las bitácoras.

Sin duda esas causas son muchas, y la envidia del triunfo ajeno seguro que está entre las más poderosas. Orsai es un ejemplo de libro.

En un momento como el actual, en el que la falta de imaginación a la hora de escribir un blog es disimulado con una constante reducción al absurdo de las palabras formando post ininteligibles, reivindicar la anécdota para introducirse en la contradictoria prosa de la cotidianeidad, y encima hacerlo bien, es algo que desata la dentera de muchos

Orsai tira de la mejor tradición paródica, esa que los argentinos tanto han desarrollado como un mecanismo de autodefensa a fuerza de aguantar su propia historia. La parodia, la hipérbole, la alegoría punzante, todos estos recursos utiliza el autor para encantar la inteligencia de sus lectores y, ya de paso, crearse más de un enemigo entre sus "compañeros".

Quizá con orsai, hernán no llegue a la excelencia imaginativa de la añorada mirta, y no lo hace porque el material con el que ahora trabaja es una porción mayúscula de realidad. No digo que orsai no eche mano de su imaginación pero lo hace de una forma más encorsetada; le falta la fuerza, la mala baba, el sarcasmo o esos adjetivos filosos que desplegaba en la mujer gorda.. y eso acaba pasando factura, aunque sea en forma de aburrimiento.

Orsai se lee bien, hace reír, logra que nos burlemos de aquello de lo que quiere que lo hagamos, consigue que nos identifiquemos con las absurdas situaciones, por otra parte tan cotidianas, que describe, y es capaz de conseguir que, ojeando sus post, uno perciba esa sensación tan extraña de estarse riendo y, a la vez, experimentar una cierta congoja reconcentrada por lo que leemos.

Es una pena que ese alarde de espontaneidad que el mismo autor demostró en otras bitácoras, esté tan diluida en esta, una falta de espontaneidad capaz de provocar la impresión, al poco de empezar a leer la mayoría de los post, de saber cómo van a terminar. Y esto, según se mire, no suele ser beneficioso para ningún relato.

Ni siquiera para un blog tan bien escrito como éste.


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