República internet o como hasta la demagógia debería modernizarse un poco (sólo un poco) si pretende hacerse creible

En el más puro estilo "nonaino-chunda" se exhibe este encorsetado (con refajo y sostén de cuerpo entero) blog racial y rotundo, que parece mismamente sacado de aquellos inolvidables (para algunos) años en los que creíamos que el diseño "modelno" era acudir a las asambleas de la facultad con la camisa desabrochada hasta el ombligo, cadenones al cuello, un colmillo de marfil y un sello de oro en cada dedo.

Y no, no está confundido el enlace, hablo de esa amalgama de la intelectualidad grupal que bajo el parlero nombre de repúblicainternet se dedica una, y otra, y otra vez, a pontificar repetitivos, interminables y abstractos sermones (tan largos como aburridos), con los que convencer a unos parroquianos ya convencidos (¿alguien que no lo estuviera sería capaz de leerse semejantes "tochos"?) sobre lo malos (pero malos, malos) que son los malos, y lo buenos, (pero buenos, buenos) que son los buenos.

Fuerte, duro, cazallero, suburbial y flamencorro parece que sólo le falta un peinado "fashion" del llongeras (melenón aleonado en capas a poder ser) y un emepetres con la música del "diki diki" (ayyyy esas grecas!!) para entrar directamente en cualquier diccionario básico del disparate nostálgico.

Una curiosa mezcla de bizarrismo demagógico, algo macarra y sin complejos, que haría las delicias de todos los que aún se acuerden y/o añoren los tiempos en los que íbamos a cambiar al mundo al grito de una rosamorena que embutida en la falda tubo cantaba "échale guindas al pavo" para levantar el "ánimo" a los legionarios del sahara.

Vale que sí, que tendréis razón, pero tal vez (sólo tal vez) si dejarais un poco (sólo un poco), ese tono rancio, esas proclamas añejas, esos repelentes modales de remilgados sabelotodo y esos aires de poseedores de la verdad absoluta, y de vez en cuando (sólo de vez en cuando) abandonarais los años setenta (por más que todos añoremos el pita-gol que chupábamos en las asambleas) y pisarais un poco (sólo un poco) la "realidad", os daríais cuenta que entre el blanco y el negro de una época (que fue), hay millones de colores; tantos como matices puede tener cualquier idea.

Por muy acertada que creamos (un presente de subjuntivo en plural para "incluir") que sea.


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