Amanda o un (otro) empacho crónico de petulancia "pis-moderna"

Confundir sensibilidad con sensiblería es fácil: se cogen cuatro palabras sin sentido, a cual más pedante y pretenciosa, se envuelven en meditabundos post "insondables" en los que un semáforoatropellaaunafinalluviadepétalosenflor, y asunto arreglado.

En las bitácoras hay geniales ejemplos de letras artificialmente unidas hasta formar imposibles abstracciones petardas; sólo hace falta darse una vuelta por amanda (sin perder de vista cualquiera de los resabiados boboblogs que allí se recomiendan) para entender hasta que extremos puede llegar una ñoña cursilería desatada.

Lo único bueno de estos histriónicos blogs con aspiraciones poéticas es que, por alguna extraña razón y hablen de lo que hablen, se parecen tanto entre ellos que visto uno visto todos, detalle muy de agradecer por parte de aquel lector despistado que "cae" casualmente en uno y al que le bastará el mínimo esfuerzo de empezar a leer un renglón para cerrar la página con la satisfacción de saber que lo ha visto todo.

De todas formas hay que entender la abundancia de estos clónicos retales pseudopoéticos. No todo el mundo es capaz de contar historias capaces de conmover, capaces de potenciar las sensaciones del receptor, de hacer saltar sus sentimientos; sin embargo cualquier disciplinado alumno de preescolar, con dos tópicos y un teclado, es capaz de construir bobos esperpentos sin sentido con los que intentar vender un pretendido y fosilizado “sentimiento”

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