Nos cuentan que...

... a veces no puedo evitarme preguntarme el porqué de algunas cosas. Vamos, de cosas mundanas, de andar por casa, nada de cuestiones filosóficas. Cuando, por ejemplo, la sinrazón (o algún ataque de locura transitoria) puede llevar a incluir de una forma chabacana, cutre e irritantemente invasiva, determinado tipo de publicidad basura como el que últimamente nos están ofreciendo los responsables de miarroba cada vez que alguien pretende entrar a alguno de los blogs allí alojados.

Es verdad que goles se meten en todas las partes. Nadie es una "ong" y entre los alojamientos gratuitos de blogs, quien más y quien menos ha ido colocando sus barritas publicitarias a ver que tal se daba la cosa (con unos resultados bastante nefastos, pero sería otro tema). Hasta ahí es entendible, la publicidad, cierta publicidad, es necesaria para mantener el tinglado y los blogs son un buen recurso que además de ser baratos, se alimentan de sí mismos. Pero no conviene (al menos no todavía) forzar la máquina de la forma que lo ha hecho -fruto, sin duda, de alguna insolación veraniega- el iluminado de turno en miarroba. La gente (en general) no es tonta y, llegado el caso, se pasan por el arco del triunfo la fama y el buen nombre si para entrar a "su" sitio o recoméndarselo a sus amigos, tienen que tragarse -obligatoriamente- una especie de pastiche aburrido de no se sabe muy bien qué, ni a cuento de qué, ni sobre qué, ni para qué, ni contra qué, ni -ante todo- por qué.

Sobre todo cuando hay otras alternativas bastante más límpias. Ellos sabrán lo que hacen. Se supone.

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