Desnuda no es sin ropa: o el peligro de escribir blogs después de una lobotomización

A veces un solo pensamiento hace que uno se paralice ante un blog. Hoy me ha pasado. No lo he podido remediar. De pronto, me he sentido preparado para acercarme a ese mundo puro con olor a incienso añejo que desprendía el texto. Ha sido una atracción fatal. Por un momento pensé que me había colocado con los vapores de la mercromina que uso para pintarme las uñas, pero no, era de verdad... estaba flotando por una sola frase: "entre el poltergueit eptoplásmico; la alucinación azul con nombre impronunciable; los duendes que coleccionan mecheros; el viento húmedo y cabrón que, por entretenimiento, se niega a secar mi ropa; las hadas que gastan todo el papel higiénico y no se molestan en reponerlo".

Por fin daba con algo gélido, misterioso, algo raro, raro, raro. Por fin había encontrado un boboblog serio, riguroso, profundo: el boboblog definitivo. Ya era hora, empezaba a cansarme de esa imagen copia de la que tarantino imprimió a sus chicos malos de reservoir dogs, chicos duros con inquietantes caras cubiertas con gafas oscuras, imagen que ahora explotan los autores más pismodernos en este tipo de blogs y que me empezaba a resultar demasiado trillada.

Además de vez en cuando a uno también le entra el hambre de cultura surrealista, de ponerse mono, darle unos cuantos lingotazos a la hidratante, colocarse la toquillita por los hombros, agarrar el rosario, y echarse unas cuantas jaculatorias... Y pensé yo mientras leía el indescriptible "tras el último gemido, me licué en tus manos destilando gotas de placer que se condensaban en las concavidades de mi espalda, hasta ser solo un charquito en ebullición, evaporándose y alejándose de ti para reunirse con las mariposas que duermen en el techo de mi cuarto", ya está, ésta es mi página.

Pero mi gozo en un pozo. Tres renglones y dos negritas me han bastado para gritar ¡dónde me he metido! Ya, la culpa es solo mía, me pinta bien por fijarme nada más que en una frase y empezar a leer sin anestesia ni nada semejantes esperpentos sin sentido... por más que su perpetradora se empeñe en envolverlos en retóricos celofanes de pedantería.

Y claro, uno, ceporro integral declarado como todos ya sabéis, que siempre he pensado que el bulbo raquídeo es una variedad de cebolla y que lo más raro que he leído en mi vida han sido los ingredientes del avecrem en esa cajita amarilla que tenía una gallina pintada, no he tenido más remedio que acabar echando mano mano del cargamento de orfidales para intimar de tú a tú con tanta majadería junta sin quedarme transpuesto.

Escribiendo (es un decir) semejantes desvaríos posiblemente bajo su aspecto de señorita bien que cumple con la misa dominical y se pone el chandal verde manzana reineta para ir al carrefour, se encuentra una sensibilidad capaz hasta de traficar con androbolanes en los recreos de preescolar. O eso o escribe en el estado mental transitorio causada por seguir la dieta de la alcachofa.. (me ha dicho mi psicodietista que comérselas rebozadas no adelgaza). Sólo así puede explicarse tal mezcolanza de conceptos empíricos (no sé lo que es eso de "empírico" pero queda muy profesional decirlo) y sus escapadas discursivas (que tampoco sé que significa pero queda tan apañada la frase) con la que es capaz de deleitarnos en cada uno de sus interesantes, encantadores, sencillos humildes y campechanos post.

Si partimos de la base, innegable por evidente, de que nadie que sepa escribir puede acabar haciendo unos post semejantes, al menos sin haber estudiado tres semanas de humanidades por el c.c.c. o, lo que es más probable, sin tener algún oculto interés, las preguntas se agolpan inquietantes: ¿qué mensajes subliminales se dedica a mandar sonia y a quién? ¿cuánto nos queda? ¿quiénes somos? ¿de dónde venimos?
Tengo miedo.

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