Nos cuentan que...

... no es verdad que cada pueblo tiene la cultura que se merece; cada situación cultural segrega sus propios productos. Es injusto, pienso, cargar sobre las espaldas del pueblo (hoy "ciudadanía", -talante impone-) ese fenómeno coyuntural y trivial, editorial y consumista, en que se han convertido los blogs, que ya no tienen absolutamente nada que ver ni con el arte ni con la literatura.

Se han convertido en un fenómeno, pero de feria, un monstruoso producto de la nueva situación tecnológica que ha venido a suceder una jungla lamentable, compuesta de oportunismos y operaciones publicitarias, de falsas revolucioncillas culturales, de una politización estupidizante y de unos estériles reductos elitistas del vacío.

La toma por la mayoría del instrumento ha empezado a acelerar su final. El espectáculo empieza a vegetar por sobredosis. Su estilo se ha vuelto chato y simplón; sus efectos demagógicos, sus anécdotas, se apoyan el una actualidad tomada como pretexto. Los contenidos son cada vez más pueriles o simplemente se montan a la contra del sistema sin mayores análisis, y todo funciona mediante el recurso a la política, a la nostalgia, a las empalagosas cursilerías quinceañeras en todos los sentidos. Un componente sadomasoquista lo liga todo y al final las alusiones personales colocan la guinda del postre.

El conjunto final, con honrosas excepciones, es un producto de nula calidad literaria, inconsistente, simplón, sin una mínima labor de creación, plagado de personajes anodinos y deleznables, argumentos manidos, tópicos a mansalva, chistes burdos y una prosa carente de la menor gracia y, con un poco de suerte, un par de ideas geniales clonadas a la velocidad de la luz hasta límites vomitivos.

Estoy un poco harto de tanto cero absoluto. Se admiten sugerencias bitacoreras de cierta calidad. Si las hay.

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