Hernán Casciari publica su segundo libro... y borjamari se quita el sombrero

Hubo una época, aquella en la que éramos cuatro gatos mal contados, en que nos confundían siempre. Recuerdo una vez que vino a verme una señorita bitacorera muy fea (como se espera de las señoritas bitacoreras, y sin razón, ya que hay, por fortuna, muchas y esplendorosas excepciones) gritando que teníamos que ser la misma persona ya que nuestras madres tenían el mismo (y muy antiguo) oficio. Fueron tiempos gloriosos, siempre recibíamos con algaraza un nuevo "equivoco", que venia a confirmar y a remachar los anteriores. A él y a mí, a todos nos agradaban igualmente porque eran como un reconocimiento inconsciente y unánime de nuestra fraternal unión.

A mí, además me enorgullecía. Los dos procedíamos de la misma cantera. Pero mientras yo, dilacerando entre demasiadas apetencias, he ido siempre dando tumbos, hernán ha sabido crecer serenamente, perfeccionar su técnica, adelgazar y castigar su estilo de tal modo, que lo mismo en los guiones que fabrica que en las novelas que crea, ha llegado a esa maestría que ya no descubre falla.

Tengo que pedir perdón por contar recuerdos personales y no traer aquí, como debía, una imagen compacta, neta y breve de su último libro. Aunque era lo que pretendía. Pero después de leerlo sólo me atrevo a aplaudir hasta con las orejas. Si acaso, una simple virtud habrá que nombrar al reseñarlo: el sentido común que campea por sus páginas. No es necesario acogerse al conocido adagio. Los escritores verdaderos, (otros dirían de raza, y poco significan ambas denominaciones) se distinguen porque no nos engañan, o nos engañan demasiado bien. El lector está dispuesto en tales raros casos a perderse con gusto por sus vericuetos. Es lo que nos ha ocurrido a (casi) todos con hernán. Un genio en ambas cosas. En un momento en que la trivialización se confunde con el ingenio y el exotismo intelectual con la sabiduría, no deja de ser grato reencontrar el placer de la lectura de alguien que empezó dignificando el blog y ha mantenido durante tanto tiempo el grado de sensatez y seriedad que tanto echamos de menos ahora los más veteranos.

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